Descripción

CONFERENCIA


Muy buenos días señoras y señores.


Quiero expresar mi agradecimiento, en primer lugar a los organizadores, Nueva Economía Fórum, por concederme la oportunidad de comparecer aquí, ante tantos compañeros y amigos, sociedad civil de Valladolid, empresas, representantes de las embajadas de distintos países, y medios de comunicación.


Es imposible citarles a todos sin consumir todo el tiempo del que dispongo, de manera que permítanme, por el valor simbólico que tiene, agradecer expresamente al menos, la presencia aquí, de mi amigo y maestro de alcaldes, Abel Caballero, presidente de la FEMP, que ha cogido hoy un avión muy temprano desde Vigo para tener además que regresar de inmediato a su ciudad por cuestiones de agenda inaplazables.Óscar Puente dialoga con Pedro SánchezImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoÓscar Puente dialoga con Pedro Sánchez


Abel tiene un reto importante que afrontar en los próximos años: la defensa del municipalismo español, casi siempre relegado y especialmente agredido por las medidas legislativas del ahora gobierno en funciones del PP, como la famosa ley de estabilidad presupuestaria que supone un enorme quebradero de cabeza para los ayuntamientos, especialmente y paradójicamente para los más saneados desde el punto de vista económico. Sabes Abel que en esa labor vas a tener detrás a muchos alcaldes y alcaldesas.


Mención expresa merece también la presencia de Tomás Rodríguez Bolaños, primer alcalde de la presente etapa democrática de Valladolid, y que lo fue por espacio de 16 años.


Agradecer también la oportunidad de ser presentado en este acto por quien más pronto que tarde se convertirá en el presidente del gobierno de España, algo que espero y deseo, y a lo que modestamente creo haber contribuido desde mi pequeña capacidad de influencia.


Al hilo de esta circunstancia que lógicamente no puede pasar inadvertida, déjenme en primer lugar situarles en el marco político en el que se encuentra hoy mi ciudad.


Desde el 13 de junio del pasado año Valladolid cuenta con un nuevo gobierno, tras 20 años de mayoría absoluta del PP, la más amplia precisamente la logró en 2011 con 17 de 29 concejales.


De esa situación de gobierno monocolor y tres fuerzas políticas conformando el pleno, se ha pasado a otra completamente opuesta y sin precedentes en la historia democrática municipal, con 5 grupos políticos salidos de las urnas que poco después se han convertido en seis, tras el paso al grupo de no adscritos del concejal que encabezara la lista de ciudadanos en las pasadas municipales. Es decir hoy hay en el ayuntamiento el doble de grupos políticos que en el anterior mandato.


El gobierno municipal está integrado por dos formaciones políticas, el PSOE al que me honro en pertenecer y una formación de nuevo cuño denominada Valladolid Toma La Palabra, formada a su vez por la coalición de otras dos formaciones: IU y Equo.


A pesar de ser un gobierno de coalición de dos fuerzas políticas, el gobierno de Valladolid es un gobierno en minoría, pues la suma de ambas no alcanza los 15 concejales que se requieren para tener mayoría absoluta. Para llegar a esos quince concejales desde la misma investidura es necesario el apoyo de una tercera formación política, hasta ahora "si se puede Valladolid", vinculada con podemos, como habrán deducido ya.


Todo aparentemente muy complicado, ¿no es cierto?. Pues bien, dice el refranero castellano que las apariencias engañan. Esa aparente complejidad en un país acostumbrado a gobiernos omnipotentes podría, en consecuencia, llevarles a equívocos respecto a la estabilidad y capacidad de acción del gobierno municipal.


Para empezar los acuerdos necesarios para formar gobierno se desarrollaron con rapidez, sencillez y transparencia. La misma noche electoral mi investidura quedo prácticamente garantizada, pues las fuerzas que la respaldaron dejaron claras sus intenciones, sin jugar al gato y al ratón demostrando madurez política y sentido de la responsabilidad. Los propios medios de comunicación locales ya dieron por hecho ese acuerdo en la misma noche electoral.


A pesar del deseo expresado por mí de que ambas formaciones se incorporasen al gobierno, pues siempre he creído que la mejor forma de entender la dificultad y complejidad de la toma de decisiones es tomándolas, una de ellas lo rechazó comprometiendo exclusivamente su apoyo a la investidura. La otra sometió a sus bases y simpatizantes tanto el apoyo a la investidura como su entrada en el gobierno, siendo ambas ampliamente respaldadas por dichas bases, en concreto mi investidura como alcalde recibió un apoyo del 97% de los votantes, un porcentaje que ya me hubiese gustado obtener en las primarias a las que me sometí para ser candidato en mi partido.


Así el gobierno de la ciudad es un gobierno bipartito, por mucho que la derecha en Valladolid se esfuerce en denominarle constantemente tripartito. Hoy miembros de ese gobierno se encuentran aquí presentes incluido el primer teniente de alcalde Manuel Saravia que como ya habrán deducido no pertenece a mi misma formación política. Gracias Manolo por estar hoy aquí.


Desde la misma toma de posesión puedo afirmar sin incurrir en exageración ni autobombo, que el gobierno que presido es uno de los más, sino el más, entusiasta, laborioso, activo y resolutivo con el que ha contado Valladolid en su historia, además de ser como sí era previsible uno de los más abiertos, transparentes y sociales de España. así habían transcurrido quince días desde la toma de posesión cuando el gobierno municipal, en un alarde de gestión para la que se empleó día y noche, abrió los comedores escolares a los niños de familias necesitadas, reforzó el menguado personal de los centros de acción social, antes del inicio del curso académico habilitó una línea de ayudas para la compra de material escolar de la que se han beneficiado 2400 familias, el doble de las inicialmente previstas, aprobó una importante línea de ayudas contra la pobreza energética en una ciudad especialmente fría en invierno, está empezando a abonar la renta garantizada de ciudadanía que implantó la junta de castilla y león, en el periodo comprendido entre su solicitud y su concesión, pues comprenderán que quien solicita una ayuda de estas características no puede esperar los seis meses de media que transcurren desde la solicitud a su concesión.


Hemos recuperado en los presupuestos de 2016 el 60 % del importe total que el gobierno popular recortó a la concejalía de acción social en plena crisis, haciendo al mismo tiempo que la cuantía destinada a planes de empleo haya pasado de los 0 € en los presupuestos de 2015 a casi 9 millones en los presupuestos de 2016.


Digo presupuestos de 2016 porque si la aprobación presupuestaria es sinónimo de estabilidad y eficacia de un gobierno, el ayuntamiento de Valladolid cuenta con presupuestos aprobados en tiempo y forma desde el pasado mes de diciembre, presupuestos, por cierto, respaldados por mayoría absoluta de los votos del pleno, y que han incorporado aportaciones de los cinco grupos políticos presentes en el mismo, algo inédito en los últimos 20 años de democracia en los que el PP no admitió una sola enmienda de la oposición. En esto nos hemos centrado, eso sí, sin intentar al mismo tiempo reinventar la navidad, mover los retratos del rey de sitio o generar polémicas estériles, ya que todos hemos convenido que las prioridades son claramente otras.


Pluralidad y eficacia son pues compatibles, son posibles y además, a tenor de la voluntad ciudadana expresada en las urnas, son ineludibles.


Para alcanzar gobiernos de concertación que a la vez sean eficaces y respondan a las demandas de la ciudadanía, expresiones como líneas rojas (personalmente nunca la he entendido) deben ser sustituidas por espacios compartidos, puestos de responsabilidad o gobierno no deben ser equiparados a sillones, sino a palancas de transformación de la realidad, el show o el exhibicionismo deben ser reservados para los platós o los teatros, y los eslóganes para las agencias de publicidad y comunicación o las campañas electorales. Si es que de verdad asumimos la gravedad de los problemas de la ciudadanía, nos creemos la indignación que aparentamos y ponemos esos problemas por encima de los egos y los intereses partidarios cortoplacistas que a nada conducen más que a una mayor frustración ciudadana.


Gobiernos como el de Valladolid son posibles, son necesarios y creo que conectan con los deseos mayoritarios de la ciudadanía. No pretendo que mis palabras se entiendan como una ingerencia en el proceso de formación del Gobierno de España, al fin y al cabo yo solo soy alcalde no soy presidente de comunidad autónoma. Como solo soy alcalde y tengo además absoluta confianza en el buen criterio de mi secretario general cuya labor tiene todo mi respaldo, solo me atrevo a aconsejarle una cosa: que prescinda del ruido, incluido del ruido amigo, y siga adelante en la tarea de ofrecer a la ciudadanía un gobierno de progreso que se empeñe en la recuperación de la dignidad arrebatada a tantos en estos últimos años y en una autentica y justa recuperación económica.


Hecha esta breve introducción política plenamente justificada por el contexto en el que se desarrolla esta comparecencia procede ya entrar en la materia que nos convoca hoy aquí.


Quiero en primer lugar tranquilizarles. No aprovechare esta ocasión para aburrirles con una intervención plagada de los términos técnicos que abundan en relación con esta cuestión, casi todos ellos en inglés.


Eso probablemente hubiera resultado lo más sencillo para mí, pues el ayuntamiento que presido cuenta con prestigiosos expertos en la materia que podrían haberme preparado una intervención llena de contenido técnico. A su trabajo, que hoy quiero reconocer, se debe la posición de privilegio que Valladolid ocupa en el escenario nacional e internacional de las Smart Cities.


Breve descripción de proyectos Smart City en Valladolid


Tampoco pretendo entrar en los detalles pormenorizados de todos los proyectos realizados o planificados en Valladolid o en otros lugares del mundo en torno a este concepto. Mi papel es político y consiste en apuntar los principios, las líneas maestras o generales por las que, desde mi posición, entiendo debe discurrir el futuro de las ciudades que quieren llamarse a sí mismas inteligentes.


Valladolid es, nada más y nada menos, que la sede permanente de la red de ciudades inteligentes de España compuesta ya por más de sesenta ciudades, red de la que es socio fundador. Cuenta con un importante número de industrias relacionadas con la innovación, alguna de ellas aquí presente, y una gran universidad con un prometedor parque científico. Posee experiencia y liderazgo en iniciativas de las denominadas Smart, algunas de las cuales son pioneras en el ámbito de la unión europea que ha financiado buena parte de ellas. Valladolid se encuentra por tanto en una extraordinaria posición en el ámbito de las Smart Cities, que, ya les anticipo, el nuevo gobierno de la ciudad no va a desaprovechar.


La mejor forma de hacerlo, a nuestro entender, es afrontar este reto a través de una aproximación crítica a la cuestión. Por tanto, si esta charla tuviera que tener un título este sería: una visión crítica de las Smart Cities o la inteligencia urbana no consiste exclusivamente en innovación tecnológica.


La primera idea que querría deslizar, en la línea con esta aproximación crítica, es que las aplicaciones que surgen de las nuevas tecnologías son una herramienta de indudable utilidad para la conformación de una ciudad inteligente, pero ni son la única, ni siquiera la más importante.


Déjenme ponerles un ejemplo. En Valladolid desde el 1 de enero de este año, el transporte público colectivo es gratuito para los menores en edades comprendidas entre los 0 y los 12 años. Si se propusiera en un congreso sobre Smart Cities el estudio de medidas destinadas a fomentar el uso del transporte público en nuestras ciudades, estoy seguro de que esta no surgiría de entre ellas.


Y es que puestos a pensar en medidas que fomenten el uso del transporte público en esos ámbitos seguro que aparecerían algunas exclusivamente relacionadas con las nuevas tecnologías.


Aplicaciones para el móvil que permitan conocer en tiempo real, por ejemplo, cuánto tardará en llegar a la parada el bus que necesito para llegar a casa de un amigo o a mi centro de trabajo o estudio. Esta es una medida de las consideradas tradicionalmente como propias del concepto de Smart Cities imperante.


Sin embargo y a pesar de que la primera que he citado seguramente no estaría entre ellas, su impacto sobre el objetivo perseguido es sin duda infinitamente mayor.


Su carácter social, contribuye mejor, en primer lugar a garantizar uno de los derechos fundamentales del ciudadano que habita el ámbito urbano: la movilidad. Y una ciudad inteligente, a mí juicio, lo primero que debe hacer es garantizar los derechos fundamentales de sus ciudadanos.Un momento de la conferencia del alcalde de ValladolidImagen en alta resolución. Este enlace se abrirá mediante lightbox, puede haber un cambio de contextoUn momento de la conferencia del alcalde de Valladolid


En segundo lugar supone un incentivo para el uso del transporte público de padres y abuelos, usuarios de pago, que no tendrán el freno económico que supone tener que sufragar varios billetes a la hora de trasladar a sus hijos o nietos en transporte público. Por tanto aunque parezca que la medida supone un coste para las arcas públicas no es descartable pensar que su efecto a medio plazo pueda ser exactamente el contrario.


En tercer lugar es una medida de carácter claramente educativo familiarizando a los menores desde su más tierna infancia con el uso del transporte público en sus desplazamientos. De rebote también ganaremos usuarios de pago a medio plazo.


¿Es pues esta una medida inteligente para una ciudad que pretende potenciar el uso del transporte público frente al uso del vehículo privado y que persigue con ello una mayor calidad ambiental de su atmósfera y una mayor racionalización del uso del espacio público? en mi modesta opinión lo es aunque nada tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías.


Una segunda idea que querría exponer, es que las malas decisiones de ciudad no siempre pueden corregirse a través del concurso de las nuevas tecnologías. Y que tampoco las nuevas tecnologías pueden destinarse a corregir decisiones estúpidas.


Déjenme ponerles otro ejemplo. Un sistema de alumbrado inteligente, que detecta al peatón a su paso para incrementar su intensidad y reducirlo ante su ausencia es una medida propia de una Smart City. Qué duda cabe de ello. lo cómico o trágico si se prefiere es vernos ahora abocados irremediablemente a ese tipo de decisiones tras haber incrementado de forma absurda el tamaño de las ciudades, apostando por un crecimiento expansivo de su tejido urbano, sin que el mismo se haya visto justificado ni acompañado de un crecimiento poblacional ni económico proporcional.


Una ciudad dispersa, no contenida en su diseño con arreglo a sus posibilidades reales de crecimiento, es una ciudad cuya factura urbanística se encarece notablemente obligando a sus administraciones a recurrir, para reducir esa factura entre otras soluciones, a sistemas de iluminación inteligente cuya implantación tampoco es gratuita ni barata precisamente y cuyo coste precisa también de importantes inversiones que necesitan de un lógico periodo para su amortización.


Por eso ahora que el equipo de gobierno municipal de Valladolid se encuentra inmerso en la revisión de su PGOU, tarea que el anterior gobierno municipal dejó afortunadamente inconclusa, es el momento de tomar decisiones de planificación inteligentes que no nos obliguen en el futuro a tomar otras destinadas a paliar las que equivocadamente adoptamos en el diseño de la ciudad.


Puestos a poner más ejemplos de esto que les digo, en una cumbre reciente sobre ciudades inteligentes se presentó un nuevo tipo de "pintura autocatalítica" para el mobiliario urbano que elimina contaminantes nocivos, como el óxido nitroso. Sin embargo, los gobiernos nacionales y locales responsables de este problema ya tienen el poder de sancionarlo y regularlo. Si quisieran, podrían evitar el problema de raíz. Reemplazar esas decisiones por una pintura inteligente no parece la solución más inteligente posible.


La tercera idea sobre la que querría reflexionar es que muchas de las medidas que se consideran propias del concepto de Smart Cities son en ocasiones totalmente inservibles a la hora de resolver los problemas creados previamente por decisiones políticas gravemente equivocadas.


Recurriré a un nuevo ejemplo. El comercio de proximidad de nuestros cascos urbanos es un elemento vertebrador esencial para una ciudad sostenible. Es un comercio que genera un empleo de calidad, seguridad en las calles, invita al surgimiento y conservación de tránsitos peatonales, vitales para la salud y la calidad del medio ambiente urbano. La liberalización de horarios e implantación de grandes centros comerciales en la periferia de las ciudades está destruyendo ese tejido comercial. Son muchas las soluciones tecnológicas que intentan abordar este problema.


Desde distintas instituciones y empresas se nos han presentado portales o programas informáticos destinados a poner en valor los, cada vez más, locales vacíos en nuestros cascos urbanos, consecuencia del tsunami que para el pequeño comercio ha supuesto la proliferación de centros comerciales con capacidad y autorización legal (y esto es lo grave) para abrir casi los 365 días del año. ¿De verdad creen que un portal informático puede resolver este problema?


Es por eso que una de las primeras decisiones que tomó el gobierno municipal de Valladolid fue paralizar cualquier traslado posible de la denominada ciudad de la justicia y buscar y encontrar con carácter inmediato un emplazamiento en el casco urbano consolidado para ese equipamiento público. No tengan ninguna duda de que esa decisión puede contribuir a paliar el problema creado en el comercio local más que 100 portales informáticos.


Utilizar la potencia del movimiento que generan los equipamientos públicos en beneficio del comercio de proximidad a través de una adecuada ubicación de los mismos es una medida inteligente, que solo precisa de la intervención del cerebro humano y de sus decisiones políticas. Ojalá estuviéramos a tiempo de evitar la salida de otros equipamientos públicos de nuestro casco urbano consolidado.


No pretendo con mis palabras expresar ninguna reserva al uso de las nuevas tecnologías para mejorar la vida de mis conciudadanos. Sería un contrasentido en un alcalde que como yo, utiliza las nuevas tecnologías o que cree en las redes sociales para mantener un contacto cotidiano con la ciudadanía. Tan solo quiero dejar patente que nuestra sociedad no puede incurrir en el error de dejar atrás la especulación urbanística y comercial para adentrarse en una nueva especulación, la tecnológica y que está última sea además una consecuencia de la primera. Decisiones innovadoras si, precedidas de planificación inteligente, también.


En relación con esto último querría subrayar como cuarta reflexión que el liderazgo en la construcción de las ciudades inteligentes no pueden ejercerlo los gigantes de las nuevas tecnologías, sino la ciudadanía y sus representantes. Las empresas tecnológicas deben adaptar sus propuestas a las necesidades reales de las ciudades y no pretender que sean las ciudades con la adquisición de productos que realmente no necesitan las que den satisfacción a su búsqueda de negocio. No cabe duda de que los proyectos Smart son también una oportunidad económica, pero erraríamos si permitiésemos que sea esa la única finalidad que guíe estas iniciativas.


Por fortuna estas ideas que pudieran resultar contrarias al concepto dominante de Smart City hasta el momento ya están siendo tenidas en cuenta por las instituciones europeas que exigen a la hora de financiar iniciativas relacionadas con las Smart Cities algo más que proyectos o medidas aisladas, más o menos cool o que suenen bien a los oídos de quienes identifican progreso con gadgets tecnológicos a primera vista, primando aquellas que vienen enmarcadas en una visión global de ciudad fruto de una planificación completa y cabal en la que todas las decisiones de ciudad vengan enmarcadas en los objetivos que esas medidas a financiar persiguen.


Es por eso que ya les anticipo que todas las decisiones en esta materia en nuestra ciudad en la medida que dependan del gobierno que hoy la rige, vendrán precedidas de una adecuada planificación. Las tecnologías inteligentes estarán al servicio de decisiones inteligentes. Entendiendo por estas, decisiones racionales, pensadas en el interés general y en los derechos de su ciudadanía, de su gente.


El mejor proyecto de ciudad inteligente podría no necesitar depender exclusivamente de sensores y ordenadores. Medellín es un buen ejemplo y es ya considerada por multitud de instituciones como una de las ciudades más inteligentes del mundo. Hace años, se producían en ella innumerables asesinatos de bandas, pero sus problemáticas favelas se reintegraron en la ciudad, no con smartphones, sino con instalaciones deportivas financiadas con fondos públicos, con bibliotecas parque, colegios en zonas deprimidas y un teleférico que las conecta con la ciudad. Ahora, se cita con frecuencia a Medellín como ejemplo de "urbanismo social" y, en 2013, fue nombrada ciudad más innovadora del mundo por el Urban Land Institute.

Son muchas las voces que hablan de pasar de la Smart City a la Human City. Quizá la forma más inteligente de hacer inteligente una ciudad, sea hacerla más humana. Después de todo, como dijo Shakespeare: "¿qué es una ciudad sino su gente?".


Muchas gracias por su atención.