Descripción

La Sala Municipal de Exposiciones del Museo de Pasión acoge desde hoy, 3 de noviembre, la muestra "MIRÓ. El jardín de las maravillas", con más de medio centenar de obras del genial artista, pertenecientes a la colección Guido Guastallade Italia.


El jardín de las maravillases una recopilación de algunos de los grabados más importantes del artista catalán. Esta muestra traza un recorrido que se inicia en 1953 con una litografía que realiza en ocasión del centenario de la editorial francesa Mourlot hasta obras que datan de 1981, estamos así ante un conjunto artístico que abarca un periodo de veintiocho años.


Precisamente cuando el próximo año 2018 se cumplen 125 años del aniversario del nacimiento de Miró esta exposición nos permite entender mejor la importancia que tuvo la obra gráfica en la trayectoria artística de este genio universal. Por primera vez en Valladolid, todo el público que quiera acercarse al Museo de la Pasión podrá disfrutar de las creaciones de un maestro imprescindible en la Historia del Arte.


La colección Guido Guastalla es el reflejo del mundo más poético y colorista de Miró. Un mundo único en el que dejamos de ser simples espectadores para pasar a formar parte de ese universo onírico que Joan Miró fue capaz de crear.


Aguafuerte, litografía, aguatinta, ninguna técnica era ajena a Joan Miró que encontraba en la obra gráfica un medio de expresión lleno de la libertad que siempre buscaba en sus creaciones. Unas obras donde su visión poética cobran un protagonismo patente y que nos dan fe de lo que el artista afirmaba "trato de aplicar colores como palabras que forman poemas, como notas que forman música".


Esa simbiosis entre sus creaciones, la poesía y la música puede apreciarse en alguna de las obras aquí expuestas como la que realizó en 1963 con un prólogo de Jacques Prévert. Ambos fueron grandes amigos desde que se conocieron en los años veinte en París. Una amistad fructífera ya que el poeta escribió desde los años cincuenta varios textos y poemas para los catálogos de Miró, quien a su vez ilustró el poemario de Prévert Adonides (1975) que reúne poemas manuscritos ilustrados con aguafuertes y aguatintas. Ya habían colaborado antes en varios experimentos surrealistas como los cadáveres exquisitos, en los que varios artistas trabajaban en la misma obra sucesivamente en momentos distintos sin saber lo que los otros iban a realizar. Lo cierto es que hablar de Miró supone hablar del surrealismo.


André Breton dijo que "el surrealismo le debe la más bella pluma de su sombrero", se conocieron en 1923 y ese encuentro supuso el revulsivo que el español estaba buscando en su continuo afán por evolucionar. Miró desde entonces da rienda suelta a sus pulsiones, plasma en sus obras figuras inventadas que comparten protagonismo con los colores vivos en un universo único que encuentra su origen en la memoria y en el subconsciente creando obras que son transposiciones visuales de la poesía surrealista.


Dentro de esta selección de obras destacan también las que realizó en el año 1972 "Homenaje a Josep Lluis Sert". Unas litografías en blanco y negro que el artista creó como homenaje a Sert, el arquitecto que se había encargado de la construcción de la Fundación Maeght en Saint Paul de Vence. Ambos eran grandes amigos y habían coincidido en ese proyecto ya que Miró se ocupó de la construcción del Jardín de esa Fundación.


Una amistad de largo recorrido donde destaca cuando Sert, en colaboración con Luis Lacasa, construyó el pabellón español para la Exposición Internacional de París donde Miró participó activamente exponiendo sus creaciones. Sin duda, el hecho que nos muestra esa gran relación entre ambos es que Sert es el arquitecto de la Fundación Miró en Barcelona que se construyó en 1975. Algo que no nos sorprende puesto que los dos compartían el mismo interés por las artes populares catalanas, aportando un lado humano a sus obras y dando importancia al equilibrio, al color, al espacio, a la luz y a la naturaleza.


Las obras de esta exposición muestran la dedicación continua y modélica del artista que viene a complementar su maestría en el manejo de la espontaneidad. Trabajar sobre el papel le permite de una forma más directa conseguir plasmar todo lo que su mente imagina de una forma en la que destaca su inventiva. La composición de los elementos, los arabescos, los círculos, las líneas y esencialmente la paleta cromática seleccionada confluyen en un universo colorista y alegre donde se entrevé esa facilidad inventiva.


La obra gráfica que compone esta muestra, no debe, pues, ser considerada como un mero estudio preliminar o complementario de la pintura del artista español, sino una indagación en una técnica que conocía muy bien y que utilizaba para obtener efectos peculiares sobre el papel, probablemente no logrados mediante otras técnicas.


Miró podía permitirse allí una libertad y, en ciertos casos, una agresividad creativa relativamente mayor a la de los códigos ya transitados en la pintura, produciendo obras que evidencian una enorme fantasía y riqueza inventiva, donde la esencia y la síntesis prevalecen sobre el análisis más general de la narración pictórica. El artista exaltaba y amaba de forma particular la expresión gráfica: por un lado, su mano se deslizaba veloz, por otro existía un orden virtual, que le permitía orientar el gesto y coordinar líneas, trazos y cortes; y por último satisfacía su deseo ligado a un trabajo pensado para una mayor y más rápida divulgación.


La exposición permanecerá abierta hasta el 7 de enero de 2018.