Descripción

El Salón de Recepciones de la Casa Consistorial ha acogido esta mañana el acto institucional con motivo del Día internacional de la Mujer, que ha sido presidido por el alcalde, Óscar Puente, y al que han asistido diversas autoridades y representantes de instituciones y entidades de la ciudad.

La lectura del manifiesto ha corrido a cargo de la secretaria general de la Universidad, Cristina Pérez Barreiro. En el transcurso del mismo se ha hecho a Henar Sastre, fotógrafa de El Norte de Castilla, del reconocimiento público por su trayectoria profesional y compromiso personal hacia la igualdad de oportunidades.

Sendas actuaciones musicales de alumnos de la la Escuela Municipal de Música ‘Mariano de las Heras’ han servido para para la apertura y cierre de este acto.



DECLARACIÓN INSTITUCIONAL


DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER






En el día 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, todos los grupos políticos y el concejal no adscrito del Ayuntamiento de Valladolid manifiestan, un año más, su compromiso con las mujeres, con la defensa de sus derechos y con las políticas de igualdad como instrumento para avanzar hacia una sociedad democráticamente más justa y equilibrada.


No puede haber una sociedad verdaderamente igualitaria que se sustente en una democracia paritaria y participativa efectiva si no somos capaces de eliminar los comportamientos y actitudes machistas que atentan contra más de la mitad de la población.


Y ese machismo, fruto del patriarcado más rancio y más perjudicial para las mujeres, se extiende en todos los ámbitos, desde el familiar, social y laboral, hasta la más cruel de las manifestaciones como es la violencia de género que se ejerce hacia las mujeres.


Una sociedad libre de machismo es nuestro objetivo. Por ello, con motivo de la conmemoración del 8 de marzo, desde el Ayuntamiento de Valladolid seguimos reclamando medidas y políticas para un verdadero cambio social que suponga una profunda transformación estructural en la que las mujeres sean protagonistas y copartícipes.


Reconocemos los avances que a lo largo de las décadas se han desarrollado en nuestro país en materia de igualdad, pero a la vez también reconocemos los retrocesos y recortes que se vienen produciendo en las políticas de igualdad, especialmente en el ámbito de las competencias de los Ayuntamientos en estas áreas.


Una de las mayores desigualdades que viven las mujeres es la que se corresponde con el ámbito laboral, por ello desde el Ayuntamiento de Valladolid apoyamos que nuestro país cuente con una Ley de Igualdad Laboral que contribuya a erradicar las diferentes situaciones de discriminación que tienen las mujeres.


Discriminación en el acceso al empleo, la promoción profesional, la eliminación de la brecha salarial que, junto a la precariedad y la temporalidad, conforman la columna vertebral de la desigualdad laboral de las mujeres.


Porque las mujeres han sufrido y siguen sufriendo en mayor medida las consecuencias de la crisis. Porque las mujeres tienen de ganancia media anual cerca de 6 puntos menos que los hombres. Porque la tasa de actividad de las mujeres es cerca de 10 puntos inferior a la de los hombres. Porque la tasa de paro de las mujeres es más de 4 puntos superior a la de los hombres. Porque el trabajo a tiempo parcial de las mujeres representa aproximadamente un tercio más que el de los hombres. Porque la brecha salarial se sitúa en un 23% en detrimento del salario de las mujeres. Porque la tasa de empleo entre mujeres se reduce con el número de hijos frente a la de los hombres que aumenta.


Porque las pensiones de las mujeres son de menor cuantía que las de los hombres. Porque las mujeres son las que se encargan de los cuidados de menores, mayores y personas dependientes en la mayor parte de las ocasiones sin percibir ninguna retribución, sumándolo a su jornada laboral o en condiciones precarias. Porque las mujeres no están suficientemente representadas en los cargos decisorios de instituciones, universidades, empresas, etc.


Por todas estas razones y, en definitiva, porque a pesar de los avances en políticas de igualdad, aún persiste una gran invisibilidad de las mujeres, violencia y graves discriminaciones de género y estereotipos de carácter sexista, que impiden a las mujeres participar en la sociedad en igualdad de condiciones.


Este 8 de marzo y todos los días del año, nos deben hacer reflexionar al conjunto de la sociedad sobre la realidad que tienen las mujeres en nuestro país, y de qué modo contribuimos desde los distintos ámbitos políticos, institucionales y de gobierno a establecer las medidas necesarias para modificar esta realidad.


Porque no podrá haber progreso social si no se reconoce el talento y la capacidad de las mujeres en los diferentes ámbitos de la sociedad, así como su contribución al desarrollo económico y social de nuestro país. Por ello, es urgente abordar por Ley medidas para erradicar las discriminaciones históricas que han condicionado y condicionan la vida de las mujeres, en especial en todo lo relativo al empleo, la vida laboral y la conciliación.


El compromiso del Ayuntamiento de Valladolid está con las mujeres, y de ahí que, en este 8 de marzo, sigamos reivindicando y apoyando el papel fundamental de las organizaciones de mujeres y el feminismo político.


Por ello, el 8 de marzo no puede ser simplemente una fecha más de conmemoración de un día internacional. Es una fecha histórica y clave en la lucha del feminismo y, para el Ayuntamiento de Valladolid y para millones de mujeres en el mundo, esta fecha es ante todo una jornada de lucha, de sensibilización y de concienciación ante el conjunto de la sociedad del camino que aún tenemos que recorrer para conseguir la igualdad real y efectiva entre hombres y mujeres.


MANIFIESTO

Mujer y Universidad


Hoy las mujeres celebramos nuestro día, y como viene siendo tradicional, aprovechamos esta ocasión en la que todos los focos se dirigen y se fijan en nosotras para hacer que la sociedad escuche nuestras opiniones, pretensiones y reivindicaciones.

En toda conmemoración es frecuente recapitular la historia y los acontecimientos que nos han traído hasta el presente, una memoria de la que debemos aprender y que debemos analizar para no caer en errores del pasado. En el caso que hoy nos ocupa, la celebración del Día Internacional de la Mujer, tenemos a nuestras espaldas un largo camino recorrido para alcanzar un gran objetivo: la consecución real y efectiva de la igualdad entre mujeres y hombres. Gracias al trabajo y esfuerzo de muchas personas se consiguió que esta igualdad fuera reconocida internacionalmente como un principio jurídico universal; la Unión Europea trabajó para eliminar en todas sus políticas y acciones la desigualdad por motivo de género, y en España, desde la llegada de la Democracia, se ha avanzado de forma imparable en este derecho.

Está claro que la situación no es la ideal, y no podemos cerrar nuestros ojos a los últimos acontecimientos que nos llevan a que hoy mismo, y con motivo de esta fecha, esté convocada una huelga general en protesta por la brecha salarial y la precariedad laboral que feminiza la pobreza.

Siempre he pensado que la mejor herramienta contra la discriminación, en cualquier ámbito, es la formación, y si pensamos en la evolución de la sociedad en materia de igualdad a lo largo de estos años vemos la relación directa con el acceso de la mujer a los diferentes niveles educativos. Permítanme que lo plantee brevemente en primera persona.

La educación siempre ha estado presente en mi vida, ocupando un lugar privilegiado, soy hija de maestros, y estoy segura de que eso marca. Sé que soy afortunada, nunca ha faltado un espacio en mi casa donde poder estudiar, ni el material necesario para hacerlo. Y tampoco me faltó apoyo, por lo que no me supuso un problema estudiar ingeniería, aunque en clase hubiera más chicos, o conseguir ser profesora, aunque mi tribunal de oposición estuviera compuesto únicamente por varones, en un departamento donde las mujeres no representamos ni el 14%.

He ocupado diversos cargos de gestión en la Universidad: he sido subdirectora en una Escuela de Ingeniería y vicerrectora, una trayectoria que conduce hasta la actualidad, el 2018, momento en el que ocupo el cargo de secretaria general de la Universidad de Valladolid, cargo que en los siglos de vida de nuestra institución ha sido cubierto por varones hasta hace solo 4 años, desde los que esta responsabilidad está en manos de mujeres, y también presido la Comisión de Igualdad de esta institución académica.

Disculpen este paréntesis personal, pero quería poner de manifiesto este recorrido de vida que me ha hecho pasar por los diversos escenarios y recovecos de la Universidad, desde estudiante, recién alcanzada la mayoría de edad, hasta un cargo de máxima representación y responsabilidad, recorrido que ha conseguido reafirmar en mí aún más mi convicción de la importancia de la educación como herramienta fundamental y poderosa para equilibrar la balanza y favorecer la igualdad entre mujeres y hombres.

La educación es el auténtico motor de cambio que nos permite progresar como una sociedad más igualitaria, y por ello es necesario facilitar a niñas, jóvenes y mujeres el acceso a la educación en condiciones de igualdad, ya que esto facilitará el acceso a trabajos dignos, a una participación representativa o a puestos de responsabilidad, con el beneficio para la sociedad que ello conlleva, porque no contar con las mujeres es desperdiciar el 50% del talento.

La estrategia Europa 2020 persigue que cuando alcancemos ese año, al menos el 40% de las personas en la Unión Europea con una edad comprendida entre 30 y 34 años haya completado un nivel educativo universitario o equivalente. En todos estos países, a excepción de Alemania y Luxemburgo, el porcentaje de mujeres con titulación universitaria es en la actualidad superior al de hombres, pero a pesar de la presencia femenina mayoritaria en las universidades de la Unión Europea, es necesario avanzar en algunos ámbitos en los que tradicionalmente la presencia masculina ha sido predominante.

Uno de los indicadores de la desigualdad contra la que luchamos es el que se refiere al número de mujeres que estudian titulaciones tecnológicas y científicas, las llamadas titulaciones STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas). Los porcentajes de alumnas en estas titulaciones son muy bajos, no llegan al 30%, y aunque hace unos pocos años parecía que esta situación se revertía, actualmente ha vuelto a descender la presencia femenina en estas carreras, lo que nos hace preocuparnos no solo en la universidad, sino en toda la sociedad, ya que esta alarma ha saltado también en empresas e instituciones: se necesitan mujeres STEM, mujeres que aporten su talento, porque talento tenemos, solo hay que creérselo y que podamos demostrarlo, y así saltar la barrera que aleja a las mujeres de estos estudios y de los puestos de responsabilidad en las empresas.

La Universidad es un espacio de docencia, de investigación, de creación y transmisión de conocimiento. Estas labores que los universitarios tenemos encomendadas son de tal importancia que nos convierten a los que formamos parte de esta comunidad en referente, una especie de "influencers" sociales, hecho que tenemos que aprovechar para lograr una sociedad desarrollada, más justa e igualitaria.

En la Universidad de Valladolid, como universidad pública que es, existe un firme compromiso para eliminar o reducir en todo lo posible las desigualdades y brechas de género existentes. Los estatutos de la UVa reconocen entre sus principales valores la promoción de la igualdad de género y de oportunidades. Y para ello cuenta con la Comisión de Igualdad, formada por representantes de todos los colectivos, estudiantes, personal docente e investigador, y personal de administración y servicios, dispone de un Plan de Igualdad de Oportunidades entre mujeres y hombres, que contiene una serie de medidas que pueden contribuir al logro de una igualdad efectiva, y recibe el apoyo de la Unidad de Igualdad, servicio encargado de ejecutar la planificación en materia de igualdad y controlar su cumplimiento.

La Universidad de Valladolid oferta una gran cantidad de titulaciones en las más diversas áreas de conocimiento, pero sin duda todas marcadas por un objetivo común inherente a nuestra condición de Universidad pública, y es la de no limitarnos a formar futuros profesionales, sino también formar personas. Por ello, a lo largo del curso académico y de manera transversal se realizan acciones formativas destinadas a promover la igualdad de género y luchar contra la violencia hacia las mujeres, que sin duda favorecerán a tener futuros profesionales formados y concienciados, que contribuyan a generar una sociedad más igualitaria y justa.

Además, la Universidad tiene un compromiso con la sociedad en la que se inserta y en la que actúa como agente social, influyendo y a su vez siendo influida por las dinámicas que se generan en materia de igualdad de género, colaborando para ello con instituciones y entidades de todo tipo.

Pero no podemos caer en el error de pensar que todo el trabajo es de las instituciones, hay mucho camino por recorrer y es necesaria la implicación de toda la sociedad. Evidentemente, las instituciones, los colectivos, las asociaciones, las personas expertas que llevan mucho tiempo trabajando en materia de igualdad pueden dar grandes pasos, pero no deben dejar atrás a la parte de la sociedad que con pasos, a veces torpes como los de una criatura que empieza a caminar, quiere incorporarse a esta lucha por la igualdad efectiva, ni deben olvidar a ese resto, personas que se oponen a esto, a las que debemos convencer desde el razonamiento, la educación y la formación.

Es, por tanto, imprescindible que asumamos nuestra parte alícuota de responsabilidad. En esta tarea es necesaria la colaboración de todas las personas, no podemos pensar que la igualdad es una cosa de mujeres y que únicamente las manos femeninas deben emplearse en ello, toda la sociedad está implicada. Contamos con todas las personas que crean que la discriminación no es tolerable, que dentro de nuestras diferencias merecemos las mismas oportunidades.

Llegados a este punto considero que las buenas palabras no pueden quedarse solo en eso, deben transformarse en retos de futuro, cada persona puede pensar qué es lo que puede hacer dentro de su ámbito competencial, comprometerse con algo en concreto. Yo, desde mi actual posición, me propongo tres desafíos: incrementar la presencia de las universitarias en las carreras científico-técnicas, favorecer la transversalidad de la educación en igualdad en el ámbito académico y facilitar la incorporación de las tituladas en empleos de calidad.

Si unimos fuerzas, si cada una se empeña en alcanzar un objetivo dentro de su ámbito de actuación, si trabajamos en aquello para lo que estemos preparadas y tenemos capacidades, habremos dado un paso de gigante para lograr el objetivo que planteábamos al comienzo de este manifiesto, la consecución de la plena igualdad. Entre todas sumamos más y el éxito de cada mujer es el éxito de todas las mujeres.

Feliz y reivindicativo 8 de marzo.

Cristina Pérez Barreiro

Secretaria General

Universidad de Valladolid