Descripción

En cierta ocasión Coco Chanel dijo: "Los artistas me enseñaron el rigor." Coco Chanel logró marcar una época, pues su pasión por el cambio le llevó a luchar contra los cánones instaurados para introducir las pautas de la modernidad empapada por las vanguardias artísticas en las que participó.


Fue una de las modistas más prolíficas de la historia y una de las más innovadoras. Produjo una ruptura con la opulenta y poco práctica elegancia de la Belle Époque y creó una línea de ropa informal, sencilla y cómoda.


La muestra "COCO CHANEL y EL ARTE. Más allá de la moda", que podrá verse en la Sala Municipal del Museo de la Pasión hasta el 27 de agosto de 2017, es una ocasión única que nos acerca a una faceta menos conocida de Coco Chanel.


Más allá de su genial labor como diseñadora de moda y como revolucionaria de las tendencias estéticas existe un aspecto cuya importancia es indiscutible y que le relaciona directamente con el desarrollo de las vanguardias del siglo XX. No sólo fue mecenas, sino también musa y, lo que es más importante aún, se convirtió en un personaje clave para cambiar lo formalmente establecido hasta entonces, trascendiendo las fronteras de la moda.

Ella misma sentenció que "para ser irremplazable, uno debe buscar siempre ser diferente" y hoy podemos afirmar que consiguió ser única y que aun décadas después de su muerte sigue siendo irremplazable en el Olimpo de los dioses de la creación.


Coco Chanel y el arte. Más allá de la moda

Una foto en blanco y negro. En ella aparecen unas manos juntas, la derecha sostiene delicadamente un lápiz y ambas están apoyadas sobre una tela. Son las manos de una de las mujeres más importantes del siglo pasado, las de Gabrielle Chanel, conocida por todos como Coco. Es una de las muchas imágenes que inmortalizaron a la dama de la moda y que nos muestra unas manos únicas, dotadas de una genialidad irrepetible.


En realidad, el personaje de Coco Chanel es conocido por todos nosotros porque su vida forma parte de nuestra memoria y es ya una leyenda. En muchas de esas fotografías que captaron a la diseñadora en su trabajo o en su casa podemos ver sus dibujos y sus bocetos. Pero Chanel nunca se consideró una artista, siempre respetó la diferencia entre la moda, que entendía como un oficio, y las cualidades artísticas de sus amigos y maestros. Afirmaba que "la costura es una técnica, un oficio, un comercio…" y que un modista no debía creerse en ningún caso un artista.


Al igual que su contemporáneo Picasso en el universo artístico, Coco supo ocupar un lugar privilegiado en el mundo de la moda, dejando en otra escala a diseñadores como Paul Poiret o Elsa Schiaparelli. Aunque la vida de Gabrielle Chanel está llena de misterios, incluso de pasajes inventados como algunos de su infancia, de lo que no cabe ninguna duda es que esa mujer menuda fue capaz de cambiar la moda no sólo de su tiempo sino que aún hoy seguimos vistiendo según sus dictámenes.


El principal objetivo de esta exposición es que el público pueda empaparse del espíritu de Coco Chanel, ya que no sólo podrá ver fotografías personales suyas, sino que además se encontrará rodeado de las obras de los artistas con los que la gran diseñadora compartió pasiones y gustos en el París del siglo pasado. No olvidemos que las primeras décadas del siglo XX destacan por ser las más revolucionarias de la Historia del Arte.


De hecho, los movimientos que se produjeron en la primera mitad de esa centuria fueron decisivos en todas las disciplinas. Durante años, el cubismo invadía no solo los estudios de los pintores y escultores a través de sus creaciones, sino que influía en otras esferas como la moda o la arquitectura. Lo mismo que ocurriría con el dadaísmo o el surrealismo que llegaron hasta la literatura o el teatro. En este sentido, Chanel supo beber de las fuentes artísticas que le rodeaban y se relacionó intensamente con los más destacados artistas e intelectuales de su tiempo. Por ejemplo, entabló una amistad fructífera y duradera con José María Sert y su esposa Misia, la pianista que había sido musa de artistas durante años. Su relación con el matrimonio Sert supuso un antes y un después para la francesa y por eso no podían faltar obras de este artista en esta muestra ya que fue clave para el desarrollo cultural de Chanel.


Ellos la llevaron por primera vez a Italia y allí descubrió la importancia del arte clásico que tanto influiría en sus modernos diseños. Sert llegaría incluso a decorar el apartamento de Coco y Misia fue su eterna amiga hasta que la muerte les separó.


Pero el catalán no fue el único creador cercano al entorno selecto de Chanel. En varias ocasiones, habló de otro de sus amigos españoles, Pablo Picasso. De él admiraba su talento y su personalidad y en una ocasión dijo del malagueño: " El hombre me gustaba. En realidad, lo que amaba era su pintura, aunque no la comprendiera en absoluto. Para mí, Picasso es la tabla de logaritmos: he visto a Cocteau bailar el paso de la seducción, a Dada flirtear con él y a los surrealistas echarle incienso. He visto desaparecer los Juan Gris y los Modigliani y permanecer a Picasso. Apollinaire decía de él que su ritmo interior tiene la monotonía del ritmo árabe. Los siglos pasan, las civilizaciones se derrumban pero Alá sigue siendo grande y Picasso es su profeta. También es un demonio que volverá para confundir a futuras generaciones de pintores jóvenes." Esta frase, bien podría servirnos para definir a la propia Coco Chanel, ya que como Picasso, fue profeta en su tiempo y su legado sigue vivo años después.


Otra relación clave para el desarrollo de la creatividad de Coco Chanel es la que mantiene con Jean Cocteau, a quien conoció en 1917 a través de su gran amiga Misia. Precisamente éste estrena la obra Oedipo Rey con vestuario de Coco Chanel, su
amiga y futura mecenas. En esta exposición podemos ver varios dibujos de Cocteau y destaca el de "Edipo Rey" . También veremos en una de las fotografías tomadas por François Kollar un dibujo de Cocteau en el apartamento de Coco.


Además fue éste quien en el año 1939 introduce a Apeles Fenosa en la vida de la diseñadora, ese mismo año el escultor realizó un pequeño busto del polifacético artista presente en la exposición. Fenosa acababa de abandonar España como tantos otros republicanos y gracias a las gestiones de su amigo Pablo Picasso se instaló en París ya en el mes de junio. Los dos españoles eran grandes amigos y colegas, llegando incluso a trabajar juntos como apreciamos en la escultura "Tête de Dora Maar" presente en esta muestra.


En ese ambiente era lógico que Coco y Fenosa finalmente se conocieran, lo que tal vez no se esperaba nadie fue el repentino idilio que surgió entre ellos. El fotógrafo George Hoyningen-Huene fue testigo de esa complicidad entre la diseñadora y el escultor. En las fotos que realizó en 1939 podemos ver a Chanel convertida en la musa de Fenosa. La mirada de ella lo delata todo, y las fotos que hizo años después Cecil Beaton de Coco en la Rue Cambon con la escultura .


"La Flûtiste" de Fenosa son un claro testimonio de la relación afectiva que ambos mantuvieron. De hecho en 1973 él sería entrevistado por Nella Bielski y sus palabras nos confirman la relación amorosa que les unió al relatar algunas curiosidades de su amistad con la gran Coco Chanel cuando él se acercaba a los cuarenta años y ella tenía cincuenta y seis. Gracias a su ayuda el escultor se instaló en el Ritz, hasta que se cansó de ese lujo, pues no sentía que fuera su vida sino la de ella. Sin embargo, la diseñadora fue una persona clave en su vida como demuestran los dibujos y las esculturas en las que prima el movimiento y la economía del medio al igual que en las creaciones de Chanel donde prima la libertad del cuerpo.


La generosidad de Coco era de sobra conocida en el mundo artístico: fue mecenas de Diaghilev, de quien incluso llegó a cubrir los gastos de su entierro en Venecia; durante años financió a Cocteau; costeó gastos de Fenosa y también ayudó a Paul Elouard motivada por Picasso. En este sentido debemos destacar la gran labor que ejerció Chanel como protectora de todos esos intelectuales y artistas que cambiaron el devenir de la Historia del Arte.


Otro de los principales representantes del dadaísmo y del surrealismo, el estadounidense Man Ray también ocupa un lugar destacado en esta muestra con una de los más celebres retratos de Coco. Además, otra de sus más famosas fotografías también forma parte de esta selección: el retrato de Salvador Dalí. Con el español Coco pasó dos semanas en Arcachon en agosto de 1939 y era el único pintor del que poseía un cuadro, unas espigas de trigo sobre fondo negro. Las espigas son el fetiche de la alta costura, y solo por eso ocupó una pared en la rue Cambon de París. En efecto, cuando vemos las fotografías tomadas por Horst P. Horst, François Kollar, Roger Schall, Cecil Beaton o Pascal Hinous en su apartamento vemos su predilección por los biombos o las decoraciones orientales y por sus más fieles compañeros: los libros. Según ella misma reconoce, "los libros fueron mis mejores amigos".


En septiembre de 1939 tras la declaración de la Segunda Guerra mundial Coco Chanel cierra su taller de costura y se recluye en su apartamento de la rue Cambon donde pasa largas veladas con su protegido y vecino el bailarín Serge Lifar, con quien diez años antes había llorado la perdida de Diaghilev. Es entonces cuando, tras una relación con un diplomático alemán se ve obligada a exiliarse en Suiza donde adquiere una villa que decorará con obras del artesano/ artista Diego Giacometti .


Tras este retiro Coco retomará su actividad laboral en París ya en 1954 y no la abandonará hasta el domingo diez de enero de 1971, día de su muerte. En todos esos años de arduo trabajo Coco Chanel logró marcar una época, pues su pasión por el cambio le llevó a luchar contra los cánones instaurados para introducir las pautas de la modernidad empapada por las vanguardias artísticas en las que participó.