Descripción


La Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón presenta a partir de hoy, 20 de abril, la muestra "FÉLIX CANO, 50 AÑOS DE PINTURA". A su inauguración han asistido la concejala de Cultura y Turismo, Ana María Redondo; el artista, y la comisaria de la misma, María Aurora Villoria.


Félix Cano nació en el 22 de enero de 1930. Aunque desde pequeño se sintió atraído por la pintura, estudió Químicas e Ingeniería Técnica Mecánica. La atracción por la pintura era tal que entre 1940 y 1946 estudia dibujo y pintura con Pedro Collado, Valentín Orejas y Eugenio Ramos, recibiendo también orientación artística con Constantino Candeira. Este último, director del Museo Nacional de Escultura, le recomendó que dibujara las obras de la colección permanente. Félix aceptó la propuesta y estuvo dibujando estas durante casi dos años, hasta que terminó el bachillerato. Sobre todo le gustaba Diego de Siloé, aunque posteriormente su interés se dirigió hacia Juan de Juni y Alonso Berruguete.


En 1948 ingresa en la Escuela de la Academia de San Fernando de Madrid, donde estudia un solo curso. Por entonces se encontraba en Madrid preparando el ingreso en Ingeniería, el cual suspendió. No le quedó otra que contárselo a su padre, quien le permitió seguir con la pintura siempre que lo compaginara con sus otros estudios.


Durante un tiempo compaginó las mañanas en la Academia de San Fernando con las tardes de estudio de las matemáticas. En la Academia tuvo como profesor de dibujo de primer año a Daniel Vázquez Díaz, a quien no le gustaba nada la rapidez con que los hacía el alumno vallisoletano y estaba continuamente insistiendo en que los trabajara más. En cambio, el de color, que era Benjamín Palencia, si los apreciaba. Palencia le aconsejó "estudia y pinta lo mejor que puedas, porque cuando sepas pintar muy bien podrás hacer lo que te parezca".


Posteriormente comenzó a frecuentar el taller de restauraciones del Museo del Prado para copiar, y sobre todo, pintar. Allí descubrió a Cennino Cennini y su Tratado de la Pintura, un libro que pronto se convirtió en el de cabecera para Cano, porque, dice, "es fundamental, te lo explica todo en cuanto a técnica". Allí también se ganó la amistad del director del museo, Sánchez Cantón, y obtiene todo género de facilidades para estudiar la técnica de la pintura en las salas de restauración del museo.


Dedicó mucho tiempo a la pintura y muy poco al examen de ingreso de Ingeniería, con lo cual lo volvió a suspender. Por eso, de acuerdo con su padre, decidió volver a Valladolid y estudiar al tiempo Ciencias Químicas y Peritaje Industrial. Acabó las carreras, se puso a trabajar como jefe de obra en la empresa Agroman.


En 1951 acude a una exposición colectiva en el Colegio Mayor de Santa Cruz. Vienen a continuación otras exposiciones, como la de 1954, celebrada en el pabellón de oficiales de aviación de la base aérea de Tablada (Sevilla).


Le salió la oportunidad de trabajar en Brasil. Se marchó para un año, aunque la estancia se prolongó nueve (1959-1968). Allí en Brasil recuperó su afición por la pintura, no abandonándola desde entonces. En Brasil expone en el Museo Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Río de Janeiro en una época intensa En Brasil dejó importantes obras, Por ejemplo en la Galería Nacional de Río de Janeiro. En 1967 regresa a España, instalándose al año siguiente en Barcelona, estancia que dura hasta 1980. Allí el artista trabaja y continuaba pintando, aunque seguía mandando toda la obra a Brasil, a Giovanna Bonnino, su marchante y galerista. Por eso conserva muy pocos cuadros de esa época, aunque sí hay fotografías y catálogos para seguir su trayectoria.


Su actividad pictórica se multiplica. La clientela catalana es exigente, sobre todo cuando descubre que el artista ofrece realidades. En 1984 se presentó una retrospectiva, en Valladolid. La crítica recogió con los mayores elogios la obra del pintor, que ya había mostrado con éxitos en salones de América y Barcelona.


En 1985 fue nombrado académico de número de la Real Academia de Bellas Artes de la Purísima Concepción de Valladolid. Su obra, decididamente expresionista, aborda principalmente la figuración humana en el vivir cotidiano. En sus cuadros se muestra como un entrañable cronista de la realidad actual, sencilla y emotiva, fruto de su convivencia con el campesino y el hombre del pueblo. Cultiva asimismo el retrato y ocasionalmente el paisaje. Es un pintor de luces y sombras, un creador de ambientes en los que cobran vida sus personajes, algunas veces solitarios, como el bebedor sin futuro o el que contempla cómo se extingue una vela.


Según Martín González, Félix Cano es "temperamento abierto, sobrio en el gesto, medido en la expresión, sin límites en la generosidad. Su brillante mirada no da opción a la duda. Ante él, surge espontánea la charla. Hombre culto, le gusta escuchar y sólo dice lo que al interlocutor pueda interesar. Hay en él el instinto de la prudencia".


La propuesta expositiva de FÉLIX CANO fue seleccionada en la convocatoria de artistas locales que cada año realiza la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Valladolid. La exposición, permanecerá abierta hasta el próximo día 29 de mayo.