Descripción

La Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón exhibe desde hoy viernes, 8 de enero, la exposición "GENERAL ELECTRONIC CITY" del artista JESÚS CAPA. La presentación ha tenido lugar esta mañana con la asistencia de la concejala de Cultura y Turismo, Ana María Redondo García, y el propio artista.

Se trata de una obra realizada con pintura acrílica y polvo de mármol sobre diferentes elementos encolados y clavados. La medida es variable, adaptándose al espacio en el que se coloque. Ejecutada entre 2015 y 2016.


Esta sugerente instalación de Jesús Capa, un artista con 40 años de trabajo artístico, desde aquella primera exposición de 1972, presenta esta obra en la que el artista ha huido de lo espectacular, y nos muestra ahora esta obra sorprendente, pero a la vez discreta, sigilosa. Una obra que enmarca dentro de la línea que mantiene desde hace años, pero que da un paso más, o muchos pasos más


Mantiene ese bello apego hacia la monocromía, y a la serenidad, pero hay también una invariación que propicia la fuga. Desde la cuidada, sutil superficie pictórica, callada pero llena de suaves capas que logran sorprendernos, pensar, y amar la belleza….


Jesús Capa apunta hacia una profundidad conceptual de un gran interés con referencias literarias e históricas de primera línea. Y es que Jesús Capa ha venido evolucionando desde una pintura completamente abstracta pero colorista, en un proceso que bien puede llamarse "de enfriamiento", hacia unas formas cada vez más esenciales que niegan la alegría del color pero brindan la invitación a la cordura, condición necesaria para la meditación. Capa sigue y profundiza en su búsqueda por la esencia de la pintura.


Esta es una exposición que no será la misma a una y otra hora del día. En cualquier momento el espectador podrá huir del mundanal ruido y refugiarse en el ambiente casi místico que nos ofrece esta muestra.


Como apunta Gustavo Martin Garzo en el prólogo del catálogo de la exposición, "Teléfonos, electrodomésticos, televisores, radios, móviles, ordenadores son sustituidos cada vez más rápidamente por modelos nuevos que a su vez no tardarán en volverse anticuados y en ser sustituidos por otros más actuales, haciendo de la novedad y la sustitución sin fin el único valor. Jesús Capa recoge en esa basura y construye con ella su ciudad.


Una ciudad que es una crítica a este mundo que, como afirma el psicoanalista Umberto Galimberti, "ya no conoce lo bello, sino lo funcional, que ya no conoce lo auténtico, porque se conforma con lo verosímil, que ya no sabe reconocer las huellas de lo sagrado, porque todo lo ha profanado, ni tampoco las huellas del dolor, que oculta en los sótanos de lo conocido". Un mundo donde nada cuenta y nada se puede contar, porque se ha quedado sin historias que merezcan la pena.


Jesús Capa toma lo que ese mundo desdeña y construye con ello una ciudad nueva, una ciudad que ya no se confunde con esas de la basura y el desdén en que cada vez más se han transformado nuestras ciudades, sino con esas otras con que los pintores y poetas de todos los tiempos soñaron: la ciudad Celeste de san Agustín, la nueva Jerusalén de la Biblia, el Bizancio de Yeats, la gran ciudad inglesa de Blake, las ciudades invisibles de Calvino. Ciudades todas ellas donde la vida imaginativa, estética y práctica son una sola cosa.


En realidad, toda la obra última de Jesús Capa gira en torno a la construcción de esa ciudad de la imaginación. Sus calles hechas con libros, sus escaleras en el aire, sus bodegones flotando sobre las paredes, sus sábanas tendidas (¿no dice Claudio Rodríguez en uno de sus poemas que la ropa tendida es un símbolo del alma?), los pequeñas escenarios de su Circus Museum, sus cuadros como planos blancos de regiones olvidadas, remiten a la rebelión eterna de los poetas contra todo lo que envilece la vida.


Y la fealdad de nuestras ciudades modernas, y el hecho de que el hombre viva exilado en ellas de las realidades de su imaginación, es la más dolorosa de las amenazas, ya que por desgracia tendemos a convertirnos en aquello que contemplamos. Jesús Capa nos ofrece otro espejo para que nos miremos.


El congreso Internacional de Arquitectura Moderna, a fines de la década de los treinta, definió las cuatro funciones que debía tener la ciudad: la vivienda, la diversión el trabajo y el transporte. Se llegó a una conclusión: las distintas funciones debían separarse para que funcionaran de forma eficiente. Se construyeron modelos urbanos según este modelo. Las viviendas en grandes bloques y las otras funciones a ras de suelo. El resultado fue que las viviendas se aislaron del espacio público. Y la ciudad de nuestra memoria y de nuestros deseos dejo de proyectarse sobre la ciudad real.


Le Corbusier reaccionó contra esto en el famoso bloque de viviendas que construyó en Marsella: una calle para hacer compras en la mitad del edificio y una guardería y un cine en el tejado. Pero fue una acción aislada sin influencia alguna. La crisis energética de los sesenta hizo entrar en crisis este sistema. Se descubrió que el desarrollo económico no era una bendición social.


Jesús Capa retoma a su manera la herencia de Le Corbusier y en el corazón de ese mundo sin historias en el que vivimos ha construido una ciudad que tiene que ver con esas ciudades de los poetas donde la única búsqueda que importa es la de la belleza. Sí, porque más allá de la ciudad que vemos y por la que caminamos, todos tenemos una ciudad que se esconde, una ciudad que sólo nosotros conocemos y que, sin embargo, es en la que más íntimamente llegamos a encontrarnos con los demás. Una ciudad de silencio. Jesús Capa nos devuelve la memoria de una ciudad así. Una ciudad donde conjurar el mayor de los peligros que acosan al hombre y a la mujer contemporáneos: la vida sin belleza. ¿Acaso no dijo Dostoievski que la salvación solo podía llegar a través de lo bello?


La Exposición, permanecerá abierta en la Sala Municipal de Exposiciones del Teatro Calderón, hasta el próximo día 7 de febrero.