Descripción


La Sala 9 del Museo Patio Herreriano de Valladolid exhibe desde hoy, 5 de septiembre, una exposición dedicada al poeta y uno de los grandes artífices de la renovación estética en España Joan Brossa, que lleva por título "JOAN BROSSA Escuchad este silencio / A escena. Personajes brossianos". Al acto de presentación han acudido la concejala de Cultura y Turismo, Ana María Redondo, y la coordinadora de la muestra, Gloria Bordons.

Joan Brossa (1919 – 1998) desarrolló su práctica artística desde los años cuarenta, en un contexto sociopolítico marcado por la dictadura franquista y en una situación cultural caracterizada por la ausencia de propuestas vanguardistas e innovadoras. Desde sus inicios, Brossa llevo a cabo un trabajo de renovación estética fundamentado en la investigación literaria y artística. Hasta el momento de su muerte, su extensísima producción no deja de buscar nuevas formas de expresión y de experimentar con los diferentes medios.


Con esta exposición el Museo Patio Herreriano quiere aproximarse a la obra de Brossa haciendo hincapié en la reconsideración de su influencia en el arte. Brossa es poeta, pero sus trabajos siempre se encuentran en el cruce de lenguajes. Colaborador frecuente de otros artistas, así como de músicos, cineastas, bailarines, humoristas e incluso magos, su obra juega constantemente a romper las convenciones y los límites entre disciplinas.


En Escuchad este silencio se muestra la obra poliédrica de Joan Brossa partiendo de tres ejes: el compromiso, la transformación y la mirada reflexiva.


"Escuchad este silencio" es un poema de Joan Brossa escrito en el año 1963. Unas palabras que sintetizan toda una trayectoria proyectada en diferentes géneros y disciplinas, en un contexto histórico convulso y contrario a la lengua con la que se expresó y a sus ideas (su obra se despliega entre 1938 y 1998). La hoja de ruta del poeta es la de "caminar y olvidar". Y en este camino actúa siempre de manera comprometida, transforma la realidad mágicamente y conduce al lector o espectador hacia una reflexión crítica e irónica, con unos elementos mínimos y sencillos. En resumen, Brossa nos fuerza a una nueva mirada para descubrir el silencio original a partir de las veintisiete obras que se exhiben en esta exposición.


De todos es conocida una frase que el poeta dijo en una entrevista de 1968: «Si no podía escribir, en los momentos de euforia sería guerrillero, en los de pasividad prestidigitador. Ser poeta incluye las dos cosas». La exposición se organiza en torno a estos dos polos y añade un tercero: la capacidad que el poeta tiene de hacernos pensar y reflexionar sobre la vida y el mundo. Todo ello, acompañados de una persona, Joan Brossa, que sobresalía por un humor audaz, una integridad y honestidad ejemplares, y una inquietud permanente.


En cada uno de los ámbitos, la creatividad del poeta se despliega en diferentes géneros que son, como el mismo Brossa había dicho, «las caras de una misma pirámide que se encuentran en el punto más alto».


De una manera sucinta la exposición "Joan Brossa: escuchad este silencio" nos permite escuchar las palabras calladas del poeta, ver el poder de trastornar conciencias de su obra plástica y captar la teatralidad latente de todas sus propuestas. En resumen, nos descubre todos los aspectos de la personalidad creativa de Brossa, con la intención de que el espectador entienda que «No puede haber cultura sin ánimo de transformación, libertad de creación y posibilidad de nuevas investigaciones», como dijo el poeta.


Por su parte "A escena. Personajes brossianos" está dedicada a la transversalidad teatral que está presente en toda la obra de Joan Brossa. Poemas visuales, objetos, carteles y poemas escritos están poblados de personajes no solamente "teatrales" como aquellos que vienen de la commedia dell’arte, sino también aquellos que hacen referencia a lo popular, al trabajo, al individuo anónimo, a un defecto o virtud, etc.


La muestra se construye a partir de la relación analógica entre la letra, la ilustración o el objeto con un tipo determinado de personaje. El espectador es conducido, de una forma muy didáctica, por un laberinto de comparaciones, metáforas, ironías, etc. En definitiva, diálogos que le permiten dar respuesta a injusticias sociales, despertar algunas emociones o bien reflexionar sobre el mundo en el que vivimos.


JOAN BROSSA

Joan Brossa, es el poeta vanguardista catalán más importante del siglo XX. Comenzó a escribir ocasionalmente cuando fue movilizado durante la Guerra Civil española. De regreso a Barcelona (1941), conoció J.V. Foix, Joan Miró y Joan Prats. Gracias a sus consejos y dentro de una línea neosurrealista comenzó a escribir sonetos, prosas, odas y teatro (que él llamaba «poesía escénica»).


El mismo año 1941 y de acuerdo con los parámetros futuristas, hizo los primeros poemas visuales (que entonces llamaba «experimentales»). Su primer objet trouvé es de 1943, su primer emparejamiento de objetos distantes es de 1950 y su primera instalación, en el escaparate de una sastrería, es de 1956. En 1948 fundó la revista Dau al Set con Antoni Tàpies, Joan Ponç, Modest Cuixart, Arnau Puig y Joan-Josep Tharrats, y en 1951 participó en la exposición del grupo en la Sala Caralt con tres poemas experimentales.


A partir de 1950 y debido a los contactos con el poeta brasileño João Cabral de Melo la poesía de Brossa (con el libro Me hizo Joan Brossa) hizo un giro radical hacia el compromiso social. Este interés político también lo puso de manifiesto Brossa en odas, sonetos y obras de teatro de una estructura más tradicional (como El pedestal son los zapatos de 1955, entre los libros de poesía, o Los beneficios de la nación de 1958 y Oro y sal de 1959, entre los de teatro).


Por otro lado, sin embargo, hubo un interés conceptual, que desarrolló especialmente a partir de los años sesenta (Poemas civiles, 1960; El tentetieso, 1963, etc.). Esto lo llevó durante esa década a experimentar a fondo con la poesía visual y los poemas objeto, unos géneros que jamás abandonaría. En 1960 participó, invitado por Miró, en la exposición Poètes, peintres, sculpteurs en la Galería Maeght de París.


Simultáneamente iniciaba las colaboraciones con artistas como Antoni Tàpies o Joan Miró, que poco a poco iría ampliando hacia valores de la plástica de todas las generaciones: Eduardo Chillida, Frederic Amat, Perejaume, Alfons Borrell, José Niebla, etc. En todos los casos, el resultado son libros muy singulares como Novela (1965, con Tàpies), una obra maestra de arte conceptual, o Tres Juanes (1978, con Miró), donde la complicidad entre el veterano pintor y el poeta es total. Por otro lado, dentro del mundo de la poesía visual, fue reconocido desde el principio y en el año 1971 participaría ya en exposiciones colectivas tanto en Cataluña como en el extranjero.


Paralelamente, a partir de la sorpresa que supuso en el momento de su publicación Poesía Rasa (1970) (selección de libros escritos desde 1943, continuada en Poemas de cordura y cabello y en Rúa de libros) y los seis volúmenes de Poesía escénica (entre 1973 y 1983) Brossa se fue imponiendo como una de las figuras capitales de la literatura catalana contemporánea, al tiempo que empezaba a ser reconocido internacionalmente como artista plástico.


Poco a poco la obra de Brossa era requerida por doquier, pero desde de su primera antológica en la Fundación Joan Miró de Barcelona (1986), las exposiciones se convirtieron en una constante para el poeta. Entre ellas, la del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid (1991) le otorgó auténtica reconocimiento internacional. Además, su obra había llegado a la calle mediante los llamados «poemas corpóreos», como el Poema visual transitable del velódromo de Barcelona (1984). Estos poemas fueron convirtiéndose en un paisaje habitual para los barceloneses y para los habitantes de ciudades de alrededor de la capital catalana, pero también de Mallorca, de Andorra e, incluso, de lugares tan alejados como Frankfurt am Main y La Habana.


Otro hito importante en su carrera artística fue la exposición Joan Brossa, entre las cosas y la lectura en el Palau de la Virreina de Barcelona en 1994. Brossa llenó todo el palacio de instalaciones inéditas demostrando así su capacidad de transformar la realidad y sorprender al espectador.


De todos modos, la dedicación hacia la plástica nunca supuso una interrupción de su enorme obra literaria y teatral. En cuanto a la escena, ya desde los años cuarenta había escrito acciones-espectáculo (precedentes de los happening y las performances) y más tarde derivó hacia todo tipo de géneros parateatrales, como los monólogos de transformación, los ballets y los conciertos, al tiempo que profundizaba en el teatro de texto, los libretos de ópera o los guiones cinematográficos (aparte de unos proyectos de 1948, es de todos conocida su aportación al cine de Pere Portabella).


Son remarcables las colaboraciones con los músicos Josep M. Mestres Quadreny y Carles Santos, con los que consiguió relieve internacional gracias a estrenos como Suite bufa (con Mestres) en Burdeos y en Nueva York en 1966 o Concierto irregular (con Santos) en St. Paul-de-Vence en 1968.


En cuanto a la poesía propiamente dicha, en la década de los setenta comenzó a desarrollar un nuevo género poético, la sextina, forma medieval con la que experimentó hasta los límites (sus cuatro libros de sextinas están recogidos en Viaje por la sextina, 1987). En sus últimos poemarios, se constata una contenida y emotiva reflexión sobre la vida y la muerte, llena de digresiones y serenidad (Pasado fiestas 1995, La llave en la boca 1997, Sumario astral, 1999).


Los últimos años de su vida recibió premios en todos los géneros que había practicado y desde todo tipo de instancias. Entre otros, el Premio Ciudad de Barcelona, 1987; la medalla Picasso de la Unesco, 1988; el Premio Nacional de Artes Plásticas de la Generalitat de Cataluña, 1992, o la Medalla de Oro de las Bellas Artes del Ministerio de Cultura, 1996. En 1999, con ocasión de su 80 aniversario, debía recibir el doctorado honoris causa por la Universidad Autónoma de Barcelona, lo que no fue posible debido a su muerte inesperada.


En el terreno internacional hay que destacar la presencia de Brossa en el Art’20 de Basilea (1989) y en las bienales de Sao Paulo (1994) y de Venecia (1997) y las exposiciones individuales en Múnich (1988), Nueva York (1989 ), Ceret-Colliure (1990), Houston (1990), Londres (1992), Marsella (1993), Malmö (1993), París (1995), Kassel (1998) o México y Monterrey (1998), entre otros . Tras su muerte, fue la gran antológica de 2001 en la Fundación Joan Miró de Barcelona la que otorgó a Joan Brossa la consagración definitiva. Desde 2005 y hasta la actualidad otras exposiciones antológicas suyas han recorrido varias ciudades de Chile, Brasil, Argentina, Portugal, Austria, Chequia, Suecia, Francia, Alemania y Polonia.

La exposición podrá contemplarse hasta el día 5 de noviembre, siendo el horario de martes a viernes de 11 a 14 horas y de 17 a 20 horas. Sábados de 11 a 20 horas (ininterrumpido). Domingos de 11 a 15 horas. La sala permanece cerrada los lunes (excepto festivos), y domingos por la tarde.