Descripción

Fotografías de stars que han acudido a festival y que han sido retratados por Pedro Usabiaga o Luis Laforga;audiovisuales que recogen las declaraciones de Stanley Donen, Arthur Penn, Nikita Mihailkov y otros grandes directores durante su estancia en Valladolid; carteles de los numerosos ciclos que ha organizado la SEMINCI y sus igualmente abundantes publicaciones; o todo una serie de objetos curiosos como los famosos "labios" creados por Manuel Sierra en 1984 que, tras ser el cartel oficial del festival de la 29 edición, se han convertido en el anagrama por excelencia de la SEMINCI.

Un festival que nació religioso, viró luego hacia la búsqueda de "valores humanos" y que, al llegar la democracia a España (o en vísperas) se deshizo de etiquetas para convertirse en un festival de cine de autor, referente en España y en el mundo.

Y es que la SEMINCI ha sido la puerta de entrada en España para lo más destacado de la historia del cine de los últimos 60 años. La semana descubrió a autores como Robert Bresson, Ingmar Bergman o cinematografías desconocidas en nuestro país como la japonesa, con maestros de la talla de Akira Kurosawa o Yasujiro Ozu. Además, recupero las obras prohibidas de maestros como Luis Buñuel y proyectó películas que, posteriormente sufrirían la censura, tal y como sucedió con La naranja mecánica de Stanley Kubrick.

Con el paso de los años, la SEMINCI continuó a la vanguardia del buen cine sacando a la luz a nuevos directores como Michael Radford, Kent Loach, Atom Egoyam, Gianni Amelio, Robert Guédiguian, André Téchiné, Nanni Moretti, Goran Paskajevic o los españoles Gracia Querejeta, Fernando León de Aranoa e Icíar Bollaín, cuyas carreras despegaron tras el exitoso paso de su ópera prima por la semana de cine.

Además, la SEMINCI siempre ha prestado una especial atención a los clásicos, dado a conocer en diversos ciclos retrospectivos las obras de los grandes maestros con nombres tan destacados como Carl Theodor Dreyer, Orson Welles, Ernst Lubitsch, etcétera.

En pocas palabras, una exposición para los amantes del cine y, en especial para los ciudadanos y visitantes de Valladolid, que cada año disfrutan de las mejores películas gracias a su festival de cine.

La Exposición, permanecerá abierta en la Sala Municipal de Exposiciones de La Pasión, hasta el día 1 de noviembre.

LA SEMINCI

La Semana Internacional de Cine de Valladolid es uno de los festivales más antiguos y consolidados de Europa. Nació un 20 de marzo de 1956 como Semana de Cine Religioso de Valladolid, vinculado a la Semana Santa, tras tomar el séptimo arte como soporte de transmisión de los valores morales católicos.

La exigencia de calidad ya desde los inicios, seña de identidad del festival que ha perdurado en el tiempo, no siempre venía acompañada de cantidad. Es decir, no siempre había el suficiente número de películas como para componer un certamen. No de temática puramente religiosa, lo que llevó al primer gran hito en su evolución, su conversión, cuatro años después, en Semana Internacional de Cine Religioso y de Valores Humanos. El nombre hace honor a la gran novedad que se introdujo: la admisión de filmes en cuyo contenido predominaran los valores humanos y comprometidos.

El segundo se dio en 1973, cuando pasó a llamarse, definitivamente, Semana Internacional de Cine de Valladolid. Se llegó a ello tras eliminar el carácter religioso del festival merced a una evolución marcada por dos factores: el crecimiento del número de películas que concursaban y el hecho de que los productores comenzaran a reservar sus obras para la cita de Valladolid.

Casi anecdótico es el origen de su acrónimo, SEMINCI. Un origen que no está en la urgencia de los nuevos tiempos de denominar con una sola palabra frases completas, sino en algo mucho más técnico: la necesidad de ahorrar palabras en los telegramas.


ALGUNOS NOMBRES DESTACADOS

Andzrej Wajda, Yilmaz Güney, Manoel de Oliveira, Nikita Mikhalkov, Stanley Donen, Arthur Penn, Ken Loach, Abbas Kiarostami, Krzysztof Kieslowski, Gianni Amelio, Atom Egoyan, André Téchiné, Mike Leigh, Robert Guédiguian, Costa-Gavras, Theo Angelopoulos, Jonathan Demme, Amos Gitai, Ang Lee y muchos otros grandes cineastas han pasado por Valladolid a lo largo de estos años, junto a la práctica totalidad de los realizadores españoles, que luego han sido o ya eran primeras figuras, Pedro Almodóvar entre ellos. Entre estos últimos, los españoles, destacan también Fernando Fernán Gómez, Paco Rabal, José Luis López Vázquez, Ana Belén, José Coronado, Carmen Maura, Concha Velasco, Maribel Verdú, Ariadna Gil, Aitana Sánchez Gijón, Anabel Alonso, Juan Diego, Antonio Resines, Adriana Ozores, Juan Echanove, Iciar Bollaín o la palentina Elena Anaya, con el equipo de 'Familia', primera película de Fernando León de Aranoa, que más tarde ha regresado a esos orígenes (estuvo presente en la 53 edición).

Otros no pudieron venir personalmente, pero su obra logró un reconocimiento que permitió su posterior expansión por nuestro país o su revalorización inmediata, como en los casos de Carl Th. Dreyer, Ingmar Bergman, Luchino Visconti, Jean Renoir, Kenji Mizoguchi, François Truffaut, Louis Malle o Wong Kar-wai.

Los grandes nombres no han estado presentes únicamente como actores o directores, sino también como miembros de los distintos jurados. Guédiguian y Benedetti, en el plano internacional, son dos de ellos, mientras que en el nacional mencionaremos sólo algunos a modo de representantes: López Vázquez, José Luis Cuerda, Juan Antonio Bardem, Aitana Sánchez Gijón, José Luis Garci y Fernando Guillén, así como la propia Pilar Miró, cuyo nombre lleva hoy día uno de los galardones del festival.

En el elenco de nombres que han pasado por la Semana Internacional de Cine no figuran sólo los de cineastas y literatos, sino también los de películas que, a la postre, se han convertido en grandes representantes del patrimonio cultural. Cabe citar, justo antes de un largo etcétera, obras como Alguien voló sobre el nido del cuco (de Milos Forman), Primera plana (de Billy Wilder), El niño salvaje (de Françoise Truffaut), Loca evasión (de Steven Spielberg), Thelma&Louise (de Ridley Scott), La naranja mecánica (de Stanley Kubrick), La ciudad está tranquila (de Robert Guédiguian) o My name is Joe -Mi nombre es Joe- (de Ken Loach).

LA ESPIGA Y OTROS PREMIOS


La espiga es el trofeo por el que compiten las cintas que participan en la Sección Oficial, dotado con un premio de 60.000 € para los largometrajes y 6.000 € para los cortometrajes. Un premio ya clásico que han recibido algunos de los más importantes realizadores de las últimas décadas, cuya entrega tiene lugar en la gala de clausura que se celebra en el Teatro Calderón.

De oro o de plata, la Espiga de Oro se erige como principal galardón de la Seminci tras la desaparición del antiguo Lábaro y, antes aún, del originario Dom Bosco.

Cuando en 1956 dio comienzo la Seminci, conocida entonces como Semana de Cine Religioso, el festival no se concibió como una competición, por lo que en esa primera edición y la siguiente no se otorgó ningún premio.

No fue hasta la tercera edición del festival, en 1958, cuando apareció el 'Dom Bosco', de oro para la película ganadora y de plata para la finalista, junto al reconocimiento de 'Mención Especial'.

Su existencia, sin embargo, fue muy corta. Un año después, el Don Bosco dio paso al Lábaro y el premio de 'Mención Especial' desapareció y fue sustituido por el 'Premio Ciudad de Valladolid'. En su primer año de vida, el Lábaro de Oro recaería en The Prisoner, de Peter Glenville, en la categoría de largometrajes, y en Die Weltenuhr, producción de la Alemania federal, en la de cortometrajes.

Tan solo un año después, en 1960, un nuevo galardón tomaba forma. Surgía así la Espiga, que años después se convertiría en el principal reconocimiento del festival pero que, hasta entonces, compartiría papel con el Lábaro, el 'Premio Ciudad de Valladolid' y las 'Menciones Especiales'. A lo largo de las siguientes ediciones el festival mantuvo estos premios, a los que se unió, en 1961, el Premio San Gregorio y el Premio FIPRESCI, concedido por la Federación Internacional de Prensa Cinematográfica.

En 1974, en la decimonovena edición del festival, desaparece finalmente el Lábaro. A partir de este momento, la Espiga pasa a convertirse en el galardón principal del certamen.

Hubo que esperar a 1979 para ver los primeros galardones de Mejor Actriz (Jirina Sejbalová, por 'Solo pro starcu damu') y Mejor Actor (Stanislav Liubchin, por 'Piat vetcherov'). Cinco años después, durante la vigesimonovena edición del festival, Piotr Todorovski obtiene el premio al Mejor Guión, por su trabajo en 'Voienno-polevoi Roman'. Galardón que años más tarde, en 2010, se denominará Premio ‘Miguel Delibes’ al Mejor Guion, en homenaje a la figura del escritor vallisoletano.

En 1985, 'Mrs. Soffel', de Gilliam Armstrong, logra el "Premio François Truffaut" a la Mejor Ópera Prima que se convierte en Premio al Mejor Nuevo Director, en 1992. Este galardón pasaría a llamarse Premio ‘Pilar Miró’ al Mejor Nuevo Director en 1997, en homenaje a la cineasta madrileña.

La historia del festival avanzaría pareja a la aparición de nuevos premios. Esta constante sigue viva, con el nacimiento de galardones como el Premio a la Diversidad Cultural, el Premio del Público, el Premio al Mejor Cortometraje Europeo, Premio a la Mejor Música o el Premio ‘La noche del Corto Español’. También han surgido nuevas secciones, dedicadas a los más jóvenes, como son Miniminci y Seminci Joven.