Descripción

La concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, ha presentado la exposición "El cine a la mano. 50 años de publicidad de cine (1920-1970)" acompañada por Joaquín Díaz, comisario de la exposición y Pedro Ojeda, de Valladolid Letraherido.


La Casa Revilla de Valladolid acoge desde el 31 de agosto y hasta el domingo 9 de octubre esta muestra, un proyecto comisariado por el prestigioso etnógrafo Joaquín Díaz, que recupera la memoria de las entrañables tardes de cine en los años 1920-1970.


Según Aristóteles, la verdad es la concordancia entre el pensamiento y el hecho real. Pero cuando el ser humano confunde lo real con lo imaginado, la fantasía entra a disturbar esa concordancia. Cuando la imaginación empieza a funcionar después de que desaparezca el objeto real entra en juego la fantasía, de modo que la verdad y la ficción se distinguen con dificultad. Se ha comentado muchas veces que, en el mundo del relato, en especial en el del relato con tintes moralizantes, la clave para que funcionase la transmisión de los contenidos era la credibilidad, no la verdad, y de ese modo un hecho creíble, si se comunicaba con verosimilitud, tenía tanta validez como un hecho sucedido en la realidad.


El periodismo del siglo XIX, adalid de la verdad, luchó con todas sus fuerzas contra las fake news de la época; contra las noticias falsas que basaban su atractivo en la facilidad de los ciegos copleros para hacer creíbles y aceptables los horrores y truculencias de una imaginación morbosa. Cuando parecía que retrocedía el universo de esa imaginación mendaz y calenturienta llega un nuevo género basado en la reproducción de imágenes recreadas de forma artificiosa sobre una pantalla, en las que lo creíble volvía a tener protagonismo. Para hacer público, para publicitar, ese nuevo género se crean modelos comunicativos en los que el papel y la ilustración -real o figurada- tienen una importancia decisiva.


Se crea así en la población una necesidad de participar de alguna manera en aquello que se observa proyectado sobre una pantalla. El hecho de que la palabra "pantalla" tenga una etimología tan discutible (unos la hacen proceder del cruce de las palabras catalanas pámpol y ventall, y otros de las lenguas clásicas con el significado de "una parte del todo") es un nuevo acicate para la imaginación que confunde de ese modo la ficción del contenido con la blanca falsedad del continente. La pantalla de los teatros wayang kulit javaneses solo estaba decorada en la parte que veían los hombres, mientras que las mujeres, al otro lado de la tela, se conformaban con las sombras (que, por supuesto les permitían imaginar muchas más cosas).


Cuando el cinematógrafo se consolidó como invención popular y el público se acostumbró a sentarse en butacas individuales para "ver", el papel vino a prolongar la ilusión de las escenas imaginadas sobre la pantalla, aportando como complemento a los espectadores que asistían a las sesiones pequeños programas de mano, fotogramas de determinados pasajes de las películas que se podían contemplar en el zaguán de entrada, cantables para memorizar las melodías que se escuchaban en la cinta, revistas para ensalzar a actores y actrices o carteles de gran formato que ayudaban a rememorar lo mejor de cada película y se conservaban finalmente como parte de una biblioteca peculiar y personal. Todo esto se produjo entre los años 20 y los 70 del siglo pasado, creando un "estilo" publicitario muy particular que ya es historia. Miguel Mihura, fundador de La Codorniz, se inventó en 1942 un eslogan para la revista de humor: "Donde no hay publicidad, resplandece la verdad". Tal vez se habría podido completar la frase: "Pero sin ella no se vende nada".


Como todas las exposiciones concebidas e impulsadas por Joaquín Díaz, "El cine a la mano" es una exposición de gran poder evocador, que sin duda concitará el interés de un amplio sector del público, en una ciudad profundamente "cine-herida".

Horarios de la exposición

  • De martes a domingos y festivos.

- Mañanas: de 12:00 a 14:00 horas

- Tardes: de 18:30 a 21:30 horas.