Descripción

Desde hoy y hasta el próximo 2 de noviembre, la Sala Municipal de Exposiciones de la Casa Revilla acoge la muestra "El amor brujo, metáfora de la modernidad". Una exposición que, a través de una cuidada selección de documentos de la obra de Manuel de Falla, pretende que se conozca aún más su obra en la celebración de su centenario.

La concejala de Cultura y Turismo de Valladolid, Ana Redondo, señaló que el 15 de abril de 1915 se estrenó la primera versión de una obra que definió como "una revolución en el panorama musical español que abrió las puertas a la modernidad y que se mantiene viva funcionando en los escenarios" un siglo después.

En ese sentido, Redondo destacó su vigencia "desde el punto de vista teatral con una preciosa historia de amor y odio", así como hizo hincapié en la música al resaltar "sus sensuales melodías que han pasado a formar parte del imaginario colectivo, hasta el punto que son pocos los conocedores de la cultura española que no las tengan en su memoria".

Esta muestra, que se presenta por primera vez fuera del Auditorio Manuel de Falla en Valladolid, hace un recorrido de la obra a través de una selección de manuscritos del artista y de la autora del libreto, María Lejárraga. Con ello, por ejemplo, se "puede observar cómo se gestó la obra y su evolución desde su primera versión de 1915 hasta la portada que diez años después hizo Natalia Gontcharova para las ediciones del ballet en Londres o su estreno en París".

Además, "El amor brujo" se ha mantenido con vida y no solo por su propia esencia, sino también a través de su recreación, como hicieron entre otras Candelas, Esperanza Fernández, Marina Heredia o Estrella Morente. Lo mismo que a través de otras disciplinas, como en el cine, con versiones de Antonio Román (1949), Francisco Rovira (1967) o Carlos Saura (1986).

Vínculo vallisoletano

Por su parte, durante la presentación, la gerente de la Fundación Archivo Manuel de Falla, Elena García de Paredes, mostró su agradecimiento "al Ayuntamiento por hacer posible que la exposición estuviera en Valladolid" debido al vínculo que Manuel de Falla tenía con la ciudad.

Una unión fraguada en la relación de amistad del músico "con el bailarín vallisoletano Vicente Escudero quien en varias ocasiones fue uno de los intérpretes de la obra y con quien siempre mantuvo una buena relación".