Descripción

  • Se han plantado más de 350 nuevos árboles, unos 1.400 arbustos y más de 2.000 plantas aromáticas. Además, la actuación incluye dos charcas de anfibios, una pradera naturalizada y un aula verde para educación ambiental.


El alcalde de Valladolid, Jesús Julio Carnero, ha visitado este miércoles la nueva Reserva Biológica Urbana El Tomillo, un espacio natural recuperado que se incorpora a la red de zonas verdes de la ciudad tras una profunda transformación ambiental desarrollada desde marzo de 2024.

La intervención, con una inversión de 482.285 euros, financiada en parte con fondos europeos, ha permitido convertir una zona previamente degradada por el abandono y los escombros en un entorno natural diverso, diseñado para favorecer la presencia de fauna y flora autóctona y para ofrecer a la ciudadanía un nuevo espacio de disfrute y conexión con la naturaleza.

Durante la visita, el alcalde ha subrayado que "El Tomillo es ya un ejemplo de cómo Valladolid avanza hacia una ciudad más sostenible, con más biodiversidad y con espacios que mejoran la calidad de vida de nuestros vecinos". Carnero ha resaltado también la importancia del proyecto como modelo de regeneración ambiental: "aquí donde antes había deterioro y vertidos, hoy tenemos un parque vivo, útil y lleno de valor ecológico".

El diseño del parque ha contado con la colaboración de la Asociación para la Conservación y el Estudio de la Naturaleza de Valladolid (ACENVA), así como con las asociaciones vecinales Belén, Pilarica y Santos Pilarica, que han impulsado la recuperación del entorno. El alcalde ha querido reconocer expresamente esta implicación puesto que "este proyecto demuestra que cuando instituciones y vecinos trabajan juntos, la ciudad gana. Valladolid se construye también desde la participación y el compromiso vecinal".

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Un mosaico de hábitats para la biodiversidad

La reserva incluye un bosque de ribera, un bosque mediterráneo, macizos de arbustos y plantas aromáticas, una microreserva de mariposas y polinizadores, dos charcas de anfibios, bebederos de fauna y una amplia pradera naturalizada de más de 11.700 m².

Además, el espacio incorpora un ‘aula verde’ destinada a actividades de educación ambiental y una red de paseos de uso accesible. Se han plantado más de 350 nuevos árboles, unos 1.400 arbustos y más de 2.000 plantas aromáticas.

El alcalde ha destacado que este proyecto se ha ejecutado con criterios de sostenibilidad y mínimo impacto: "La valorización in situ de los escombros ha permitido reducir la huella de carbono y aprovechar los recursos existentes. Es una forma responsable de construir ciudad".